Los viajes de Marie Curie a España

La sala del Teatro Real ofrecía un aspecto deslumbrante, engalanado con magníficos tapices. Todos los palcos y las butacas estaban repletos de una distinguida concurrencia. Al acto, presidido por el rey Alfonso XIII, acudieron prestigiosos médicos, políticos y personalidades extranjeras, entre ellas la investigadora Marie Curie (Polonia 1867, Francia 1934).

Así describían los cronistas de la época la solemne inauguración del I Congreso Nacional de Medicina, que se celebró en Madrid entre el 20 y 28 de abril de 1919 bajo la coordinación del fisiólogo José Gómez Ocaña.

La científica llegó a Madrid como una auténtica eminencia. Ya había recibido sus dos premios Nobel: el de Física (1903) por sus investigaciones sobre la radiactividad y el de Química (1911) por el descubrimiento del radio y el polonio. Curie, que en la Primera Guerra Mundial había promovido el uso de ‘coches radiológicos’ para ayudar a los soldados heridos, agradeció en el teatro el apoyo que los españoles habían prestado a los prisioneros franceses durante la contienda.

Dos días más tarde impartió una conferencia sobre Las radiaciones de radioelementos y la técnica de su empleo en el anfiteatro de la antigua Facultad de Medicina (hoy sede del Colegio Oficial de Médicos de Madrid, cerca de Atocha). Con la ayuda de su hija Irene dispuso sus instrumentos y realizó varios experimentos para apoyar su discurso. Al final proyectó dos fotografías del pequeño pabellón de madera donde, junto a su difunto marido Pierre –que murió arrollado por un carruaje de caballos–, había comenzado sus trabajos.

Manos de investigadora

Cuando en abril de 1931 la investigadora volvió a España invitada por el gobierno de la recién estrenada República, habló de nuevo de las condiciones precarias en las que trabajó al principio. “Contó que entre ella y su marido cargaban el material que utilizaban en sus investigaciones hasta la cochera que habían transformado en su laboratorio”, recuerda Carmen de Michelena (1914), alumna entonces de la sección de química en la Facultad de Ciencias. Hasta allí se desplazó Marie Curie por iniciativa de Enrique Moles, considerado el químico español más relevante antes de la Guerra Civil.

“Otra anécdota que comentó fue que se asustó muchísimo cuando vio su esqueleto gracias a los rayos X descubiertos por Röntgen”, prosigue Carmen, que no ha olvidado la impresión que le causó la científica franco-polaca: “Era dulce, atrayente y simpática. Vestía de oscuro, con falda hasta la rodilla y una blusa sujeta a la cintura. Y tenía unas manos finísimas, de investigadora”.

Otro acto central de su segunda visita fue la conferencia que impartió en la Residencia de Estudiantes con el títuloLa radiactividad y la evolución de la ciencia. También visitó los nuevos laboratorios del que actuó como su anfitrión, el físico Blas Cabrera.

En el segundo viaje estuvo acompañada por su hija Ève, “que hizo sus conquistas, como siempre”, relató su madre 

Durante este viaje Marie Curie estuvo acompañada por su hija Ève, “que hizo sus conquistas, como siempre”, según relata su madre en una carta. En la misma también rememora el “magnífico ramo de claveles rojos” con el que las recibieron en la estación, aunque se queja de un fallo en la calefacción de la residencia de señoritas donde se alojaron.

Segunda República

En otra carta la investigadora también hace referencia a la Segunda República: “Lo que me interesa sobre todo son las conversaciones con los republicanos y el entusiasmo que tienen por renovar el país. ¡Ojalá puedan tener éxito!”. El académico y divulgador científico José Manuel Sánchez Ron, autor de una biografía sobre Marie Curie, interpreta esta visita como una muestra de su espíritu progresista y su solidaridad con la joven república.

Madre e hija también aprovecharon la ocasión para visitar Toledo y fueron en automóvil hasta Granada para admirar los “muy bellos palacios árabes”. En la Alhambra se vieron agasajadas por un cortejo de estudiantes que invadió el lugar para saludar y fotografiar a la científica. Después hicieron noche en Almería y pasaron por Murcia, Valencia y Barcelona, donde tomaron el rápido de vuelta a París.

En Francia, gran parte de la actividad de Curie durante aquellos años se centró en sus trabajos en la Comisión Internacional de Cooperación Intelectual de la Sociedad de las Naciones para promover las vocaciones científicas. En calidad de vicepresidenta de esta comisión regresó a España entre el 3 y 6 de mayo de 1933. El motivo, presidir en la Residencia de Estudiantes una reunión del denominado Comité de Letras y Artes de la Sociedad sobre El porvenir de la cultura.

“Es indispensable para el futuro de la civilización que la magia de las conquistas de orden científico y de la gloria de las realizaciones técnicas se desarrollen en un conjunto armónico con la aceptación de una doctrina que instituya un régimen de paz y de amistad entre los hombres y las naciones, bajo la supremacía universal de la razón y de una moral digna de este nombre”, dijo entonces Curie.

A las siete sesiones del encuentro acudieron profesores de universidades tan prestigiosas como Harvard y Cambridge, junto a personalidades como el escritor francés Paul Valéry o los españoles Gregorio Marañón y Miguel de Unamuno. Sería la última intervención de Marie Curie en España. Al año siguiente, la científica murió a los 66 años en una clínica cerca de Passy, en los Alpes franceses.

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